El acuerdo entre la Comisión Europea y la Casa Blanca para fijar un arancel estándar del 15% a los productos procedentes del viejo continente tendrá un impacto relativo en las empresas de Ferrolterra, incluso en aquellas firmas pertenecientes a sectores sensibles como la industria siderometalúrgica y elaborados de construcción. Megasa y Guidoni son dos casos paradigmáticos, con distinto nivel de afección. Mientras que la firma de Xuvia mantiene una relación comercial limitada con la superpotencia norteamericana, la fábrica del grupo brasileño en As Lagoas ha optado por cerrar la línea de producción que se orientaba precisamente a aquel mercado. De hecho, en estos momentos, está atravesando un ERTE que afecta, en esta primera fase, a 31 trabajadores.
El presidente de la Confederación de Empresarios de Ferrolterra, Eume y Ortegal –Cofer–, Cristóbal Dobarro, reconoce que sí hay “una cierta preocupación porque tenemos algunas empresas que sí tienen una relación comercial estable con Estados Unidos”, pero resalta que “lo importante es que haya estabilidad y unas condiciones claras para poder hacer negocios”.
En ese sentido, el presidente de la organización empresarial más representativa de Ferrolterra considera que el impacto de los aranceles puede “condicionar algunos proyectos empresariales en la zona, como el desarrollo de la terminal de contenedores, puesto que uno de los objetivos que tenía era fomentar los tráficos con Estados Unidos”.
Partiendo de la base de que “en general” los aranceles “no son elementos que faciliten el comercio, sino todo lo contrario”, admite que estos gravámenes “pueden condicionar las posibilidades de desarrollo en el ámbito atlántico, que es el referente que puede tener nuestro puerto”.
De todos modos, el presidente de Cofer subraya que la afección de este nuevo marco comercial debe analizarse “caso por caso” y apunta que proyectos como el de Sentury en As Pontes, sobre el que ahora existen “dudas acerca de su desarrollo efectivo”, estaban enfocados al intercambio con Estados Unidos.
En todo caso, Cristóbal Dobarro hace hincapié en que, en un escenario como el actual, entran en juego otros factores, como la posición en la que pueden quedar otros competidores de terceros países a los que Estados Unidos les aplique aranceles más altos. “En esta guerra comercial, es difícil anticiparse a la realidad”, afirma, aunque, a pesar de que los aranceles son en sí mismos “lo contrario a facilitadores del comercio”, el hecho de que se conozcan las nuevas normas es “positivo”. “Conociendo esos datos, el sector empresarial puede determinar si algo es rentable o no, si se puede o no ser competitivo” en el nuevo escenario.
La relación logística de la Autoridad Portuaria de Ferrol-San Cibrao con Estados Unidos se cuantifica en algo más de 575.000 toneladas anuales. Ese es el volumen de las operaciones que se realizaron a lo largo del año pasado, según consta en la memoria del organismo que preside Francisco Barea.
El balance del último ejercicio refleja que se embarcaron dos millones de toneladas y se descargaron 4,6 millones y certifica que el primer país en este capítulo es Guinea-Conakry, de donde proceden más de 2,1 millones de toneladas. El siguiente Estado con más peso para la Autoridad Portuaria local es Rusia, también como origen de las 1.018.000 toneladas. El tercer puesto lo ocupa Estados Unidos, aunque en este caso con una relación algo más equilibrada: del otro lado del Atlántico proceden casi 476.000 toneladas, mientras que aquí se embarcan cerca de 100.000 con destino a puertos norteamericanos. El siguiente país en volumen es Noruega, que presenta una diferencia con respecto a sus tres precedentes: en Ferrol se embarcan más toneladas (379.000) de las que se descargan (75.000). Portugal (254.500 toneladas), el resto de España (250.000), Holanda (248.200) y Reino Unido (248.000) completan los primeros puestos en operaciones.