Las “fake news” y la desinformación son los temas que abordará el catedrático de Periodismo de la Universidad Carlos III de Madrid, Carlos Elías, este jueves a las 19.00 horas en Exponav, en una nueva cita de la Cátedra Jorge Juan que promueven conjuntamente –la dirección actual le corresponde a la institución académica– la Universidade da Coruña y la Armada.
¿Qué tesis defenderá en su conferencia?
Hablaré sobre el periodismo como herramienta contra las “fake news”. Creo que uno de los problemas que tenemos es que estamos derivando en una sociedad que no tiene un pensamiento racional. Estamos acabando con esa manera de pensar que teníamos a partir de la Ilustración. Hasta entonces, la verdad “venía” en la Biblia, pero a partir del siglo XVII aparecieron dos profesiones concretas: la ciencia –con la fundación de la Royal Society en 1662–, que fomenta la búsqueda de la verdad a partir de un método científico, y el periodismo –el primero se puede considerar el Daily Courant, en 1702–. La forma de verificación que tenemos los periodistas está inspirada en el método científico. La sociedad consideró que la búsqueda de la verdad tenía que hacerse de esa manera. Y los dos –el pensamiento científico o racional y el periodismo– están en declive.
¿A qué cree que se debe esa crisis de credibilidad?
Creo que viene motivada porque hay políticos e intelectuales que están empeñados en decir que no la tiene. El problema no son las noticias falsas, sino la información falsa. Y la información falsa no proviene de los medios tradicionales. La gente no está consumiendo este tipo de medios; consume redes sociales y las personas que las manejan (youtubers, influencers, bloggers) no tienen la ética periodística. Los medios tradicionales pueden tener una determinada ideología, pero nunca dicen mentiras. Mire: Trump, antes de que lo sacaran de Twitter tenía más seguidores que el New York Times. Ramos tiene más que Marca. Pero Sergio Ramos no tiene la responsabilidad de decir la verdad. Ni Trump. Los que tiene la responsabilidad de decir la verdad es la ciencia, la filosofía y el periodismo, que es la búsqueda de la verdad para hacerla pública, al igual que la ciencia, pero el resto no, y no le puedes exigir que diga la verdad. En la ciencia, esta imagen tiene que ver mucho con la filosofía postmoderna, que considera que la ciencia es una narrativa más o “un cuento de hadas”. Una serie de filósofos postmodernos empezaron a deconstruir el pensamiento científico y el populismo los ha utilizado para cuestionar la credibilidad de los expertos.
¿Y esa deriva tiene límites?
La única forma que veo de parar esto es con la “educomunicación”, formando en comunicación. Es decir, qué significan las cosas, por ejemplo, lo que buscas en Google. Google tiene un algoritmo que dice que a la gente le agrada aquello que confirma sus creencias, y le desagrada lo que las refuta. Facebook o Twitter te van a sugerir personas que piensan como tú. El problema es que hoy las redes sociales te pueden poner en contacto con gente que piensa cualquier locura, lo que convierte ese entorno virtual en tu realidad.
Como profesor universitario, ¿ese mensaje de reconstrucción del periodismo cala entre su alumnado?
Es que yo pienso que el periodismo es cada día más necesario. Somos los únicos que sabemos gestionar fuentes y que sabemos detectar cuál es la verdadera. Un periodista no tiene que saber la respuesta, sino las preguntas y a quién preguntar. El conocimiento de la fuente, sus intereses, etc, es una cosa que solo sabemos los periodistas, y por eso creo que esta es una profesión con mucho futuro. Está demostrado que los conceptos leídos en papel se construyen mejor. Estamos en un momento de transición, pero si la sociedad quiere saber la verdad solo se la pueden contar los periodistas y los científicos. No me imagino a nadie más. Otra cosa, que tiene que ver más con la propia profesión, es que en algunos sectores la precariedad laboral y de recursos nos esté llevando a un periodismo declarativo, y eso lleva a hacer de correa de transmisión del político y a que muchos lectores u oyentes opten por la fuente original.