Las perseidas son, sin duda, el periodo astronómico más esperado del verano y, quizás, el más popular. Sin embargo, no se trata de la única oportunidad de disfrutar en el firmamento de estas “estrellas fugaces”. El Instituto Geográfico Nacional (IGN) recoge en su página web las principales lluvias de meteoros:
Se trata de la primera en el hemisferio norte, visible entre el 28 de diciembre y el 12 de enero, con su máxima actividad hacia el día 3 de este último mes.
Su origen sigue siendo incierto y desde el IGN explican que algunos astrónomos especulan con que la causa puede ser el asteroide 2003 EH1.
Su tasa de actividad está por encima de los 120 meteoros por hora, con una velocidad de 41 kilómetros por segundo.
Este fenómeno es visible desde el hemisferio norte (también desde el sur, pero a menor ritmo) entre el 16 y el 25 de abril. Con una tasa media de 20 meteoros la hora –en algunos años se incrementa hasta los 100–y una velocidad de 49 kilómetros por hora, las líridas se han observado durante los últimos 2.600 años, datando los registros más antiguos sobre las mismas en China, en el 687 a.C.
Se producen cuando la Tierra atraviesa un anillo poblado por los fragmentos desprendidos del cometa Thatcher.
El IGN las clasifica en dos clases. La primera de ellas, las Eta acuáridas, son visibles entre el 19 de abril y el 28 de mayo, siendo favorable su observación en lugares ubicados en el trópico –como las islas Canarias– y en el hemisferio sur. Están asociadas al cometa Halley y su tasa de actividad ronda entre los 40 y los 85 meteoros por hora, con una velocidad de 66 kilómetros por segundo.
El segundo tipo, las Delta acuáridas, pueden apreciarse, fundamentalmente, entre el 12 de julio y el 23 de agosto en el hemisferio sur. Se piensa que su origen puede estar en el cometa 96P Machholz –de corto periodo, orbitando alrededor del Sol cada cinco años aproximadamente–.
Esta lluvia es visible en el hemisferio norte entre el 6 y el 10 de octubre, con su momento máximo el día 8. Calificada de “modesta” por sus 20 meteoros por hora, con una velocidad de 20 kilómetros por segundo, tuvieron su momento álgido entre 1933 y 1946, con una tasa que superaba los miles. En octubre, de 2011, con una media de 600, la Luna dificultó su observación –como lo hará ahora con las perseidas–.
Suceden cuando la Tierra atraviesa el anillo formado por los fragmentos que se desprenden del cometa 21P/Giacobini-Zinner.
Con origen en el cometa Halley, que orbita alrededor del Sol cada 76 años y que fue visto por última vez desde la tierra en 1986, son visibles desde el 2 de octubre hasta el 7 de noviembre, con su punto máximo el día 21 del primer mes.
Su velocidad es de 66 kilómetros por segundo, con una tasa de unos 20 por hora. En 2011 protagonizaron un importante acontecimiento astronómico, cuando pudieron apreciarse más de 400.
Estas “estrellas fugaces” pueden observarse cada año entre el 6 y el 30 de noviembre. Desde el IGN remarcan que, pese a tener una actividad de entre 10 y 20 meteoros por hora, cada 33 años –coincidiendo con el paso del cometa 55P/Tempel-Tuttle por el perihielo de su órbita–, las leónidas dan lugar “a espectaculares tormentas”, llegando a una frecuencia de miles por hora.
Para poder apreciarlas, como en todos estos tipos de fenómenos, se recomienda acudir a un lugar que proporcione un cielo oscuro.
Son visibles desde el hemisferio norte entre el 4 y el 17 de diciembre, con su máximo hacia el día 14, cuando se pueden observar hasta 150 meteoros cada hora, con una velocidad de 35 kilómetros por segundo. Se trata de la lluvia más fuerte de este 2025.
La Luna estará en su fase menguante, siendo el mejor momento de observación en torno a las tres de la madrugada.
Podrán observarse entre el 17 y el 26 de diciembre. Su actividad ronda entre los 10 y los 50 meteoros la hora, con una velocidad de 33 kilómetros por segundo.