Alicia Louzao, poeta: “No sé si es una suerte o una maldición, pero los títulos me suelen caer como rayos”

Doctora en Filología Hispánica y licenciada en Inglesa, esta ferrolana empezó a dar clases de Lengua y Literatura en Madrid, aunque este año espera trasladarse de nuevo a su tierra natal y continuar con su producción literaria
Alicia Louzao, poeta: “No sé si es una suerte o una maldición, pero los títulos me suelen caer como rayos”
La autora fue premiada en numerosas ocasiones por su obra poética y narrativa, tanto en gallego como en castellano | DANIEL ALEXANDRE

El mundo clásico es una de las pasiones de la autora ferrolana Alicia Louzao, especializada en poesía. Esta predilección conecta sus obras “Los clavos de Ovidio miraron las estrellas”, que será editada proximamente por Piezas Azules, y “Cabeza de familia”, un libro que publicó el año pasado y que mereció el XVII Premio de Poesía Leonor de Córdoba.


Es la primera vez que la propia experiencia lleva a Alicia Louzao a tomar la muerte como hilo conductor, aunque se trata de un tema universal que ya recogió en algunos poemas anteriores, también desde perspectivas más simbólicas como la desaparición de la infancia hacia otra etapa.

 

La muerte es mucho más concreta en “Cabeza de familia”, constituyendo un medio de expresión comparable a una charla con un ser querido. Esta idea, en relación con la fe u otros sustitutos, es interpretada “a través de los ojos de los mayores”, expone Alicia Louzao, que enlaza estos dos conceptos con la naturaleza de una edad más avanzada.

 

“El concepto de la fe nos comunica con nuestros antepasados pero muy remotos, mencionando a Homero o a los egipcios, por ejemplo”, añade la autora, que entiende el fenómeno como la creencia humana de algo que no se ve y se interpreta como refugio ante el sufrimiento.

 

“Cabeza de familia” se estructura en tres apartados, en consonancia con las divisiones que observa la creadora en la propia evolución individual. Nacer, crecer, atravesar la pubertad, la edad adulta y la vejez. “Un libro me gusta tratarlo así también, con unas partes que siguen un camino y van a un fin”, manifiesta la escritora, que aborda los temas sobre los que escribe de la misma forma que se desarrolla una persona, ya sea en su faceta poética o narrativa.


“No sé si es una suerte o una maldición, pero los títulos me suelen caer como rayos cuando termino un libro”, explica Alicia Louzao, especificando que nunca elige un nombre para identificar su obra hasta que esta está acabada. “En este caso, quizá me llamó la atención esa expresión”, que, según relata, conservaba en el recuerdo como muchas otras palabras, que “de vez en cuando brotan”, continúa.

 

El título referencia una manera de caracterizar a un miembro importante de la familia, que explica la poeta, no solía utilizar. Aún así, tras el relámpago, consideró bonita la expresión. “Me pareció muy redonda”, como si evocase algo que se sitúa en la cima de una pirámide, detalla.

 

Jorge Manrique

Como profesora de Lengua y Literatura, la autora lleva estudiando las grandes obras que pasaron a la historia desde múltiples perspectivas y en distintos momentos vitales, tanto en su formación como en su profesión. Es el caso de “Coplas por la muerte de su padre”, la elegía más popularizada de Jorge Manrique.


Parte de la conmemoración que realiza Alicia Louzao al principio del libro fue otorgada precisamente al progenitor de este referente prerrenacentista, de forma que se hace hincapié en el aspecto de que, a pesar de que se trata de una conocida obra dedicada íntegramente a ese cabeza de familia del autor, “yo creo que el nombre del padre no se nos ha quedado en la cabeza”, argumenta la poeta ferrolana.


“Este señor, Jorge Manrique, se ha vuelto inmortal por esta obra” que “ha surgido por la muerte de su padre y creo que es imprescindible saber su nombre, que era Rodrigo Manrique”, un hombre que también trascendió a la historia en textos como los que el Marqués de Santillana le dedicó a sus trazos característicos como su valor o inteligencia, según narra la propia Alicia Louzao.


Así pues, la autora quiso aportar un toque gracioso en la dedicatoria, al evitar reflejar el nombre propio y continuar llamándolo el padre de Jorge Manrique, “jugando a lo que jugamos todos como público o lectores”, a la vez que se refleja el hecho de que el recuerdo de las personas que ya no viven solamente permanece gracias a la memoria de los que aún siguen haciéndolo. 

Alicia Louzao, poeta: “No sé si es una suerte o una maldición, pero los títulos me suelen caer como rayos”

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