El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, se enfrenta en las elecciones europeas a la segunda vuelta de su duelo con Pedro Sánchez, en un contexto de alta polarización en el que la extrema derecha está al alza y puede ampliar su poder en el Europarlamento.
La cita del próximo 9 de junio, en la que el PP tiene a Dolors Montserrat como candidata, es de doble vertiente. En la rama nacional, el PP busca convertirla en un plebiscito sobre el Gobierno, porque es la primera vez que se vuelve a votar en toda España. Feijóo ha culminado el primer fin de semana de campaña pidiendo elecciones generales.
En términos europeos, están en juego las alianzas del nuevo Europarlamento, ya que los populares europeos están abiertos a pactar políticas con la extrema derecha.
Al plantear un plebiscito sobre Sánchez, el PP pone el foco en el debate doméstico, mientras que su adversario, el PSOE, alerta sobre la extrema derecha, como ya hizo para movilizar a la izquierda en las generales.
Contra Sánchez el PP emplea como ariete la presunta corrupción que salpica al PSOE, al Gobierno y a su mujer, Begoña Gómez. También la ley de amnistía, que pide retirar y que para Feijóo es el símbolo de los acuerdos del PSOE con ERC y Carles Puigdemont y del "bulo" de Sánchez a sus propios votantes.
Como munición los populares emplean además la debilidad parlamentaria de Sánchez y la idea de que el país está "parado" por el bloqueo al legislar.
Agitando todos estos elementos, Feijóo ha vuelto a sacar a la calle a miles de personas este domingo en Madrid: 80.000, según el PP y 20.000, según la Delegación de Gobierno. El PP ha hecho de las protestas contra Sánchez su cartel electoral.
Feijóo se guarda además la baza de llevar al presidente del Gobierno a la comisión de investigación del Senado, lo que podría hacer en campaña, aunque la comparecencia no tiene aún fecha.
El marco plebicistario elegido por Feijóo tiene como contrapartida el examen de su propia figura. Y no carece de riesgo, ante la dificultad de equiparar ambas convocatorias electorales.
Tradicionalmente, es difícil que los españoles se movilicen para votar en unas elecciones europeas. Además, estos comicios son de circunscripción única, lo que permite un voto más ideológico, al desactivar el voto útil.
Feijóo ha exigido a su partido una movilización de máximos; en sus mítines pide unir el voto de los contrarios a Sánchez, vengan del PSOE o de Vox, en la papeleta del PP y proclama que el PP ganará las elecciones.
Sin embargo, fuentes de Génova admiten que el PSOE está en condiciones de sacar un buen resultado, robando votos a Sumar, Podemos y el independentismo con cuestiones como el reconocimiento de Palestina.
Lo mismo ocurre con Vox: el PP espera crecimiento porque los de Santiago Abascal parten del resultado de primavera de 2019, cuando aún despuntaban, y ve intención electoral en polémicas como la de Javier Milei.
En este contexto de fuerte polarización, Feijóo ha reivindicado al PP como un proyecto de moderación y el único partido de Estado que queda. Busca ganar por el centro. El PP parte de 13 diputados y fuentes de la dirección dan por hecho que se comerá los 7 que tenía Ciudadanos. A partir de ahí lo que crezcan se lo ganarán al PSOE, arguyen.
El argumentario del PP adelanta incluso las consecuencias que esperan de los comicios. Creen que una victoria del PP dejaría la legislatura de Sánchez "en suspenso" y abonan la idea de que esta cita electoral es la "antesala" del cambio en La Moncloa. Feijóo ya ha pide urnas.
El otro foco de interés son las mayorías que arrojará el Europarlamento. Los sondeos pronostican un fuerte crecimiento de la extrema derecha, divida en dos grupos: Conservadores y Reformistas Europeos (ECR por sus siglas en inglés), del que forman parte Vox o el partido de Giorgia Meloni, e Identidad y Demoracia (ID), con partidos como el de la francesa Marine Le Pen.
Ursula von der Leyen, la candidata del PP europeo a la presidencia de la Comisión Europea, se ha abierto a pactos con el partido de la primera ministra italiana, a quien ha calificado de "proeuropea". Dentro del PP europeo conviven diversas posiciones.
Feijóo tiene por objetivo orillar a Vox, pero al frente del PP ha bendecido y normalizado las coaliciones de gobierno con Abascal. Esteban González Pons, director de la campaña europea, ha considerado una ventaja la posibilidad de pactar "a los dos lados", sin estar condicionados por los verdes. Feijóo ha afirmado que el partido de Meloni no es homologable a otros de extrema derecha.
De fondo está el debate sobre como tratar a la extrema derecha: aislándola o atraiéndola a posiciones más institucionales.
La competencia en el campo de la derecha modula también los discursos. Feijóo relacionó en la campaña catalana la inmigración con la seguridad mientras que en las europeas ha cuestionado las políticas medioambientales o agrarias, acusando a la izquierda de "europeísmo elitista, burocrático, intransigente y dogmático".