Traer de vuelta a la vida a una saga icónica, por si mismo, ya es un éxito. Lograrlo y darle continuidad, dándole una vuelta a la fórmula original, es algo digno de mención. Pero idear una tercera parte y ser capaz de no repetirte es para levantarse a aplaudir.
idSoftware ha lanzado una tercera entrega del renovado Doom, The Dark Ages, en el que el frenetismo ya no se traduce en no dejar de moverte y cambiar de armas constantemente. En esta ocasión nos encontramos en tiempos previos a Doom y Doom Eternal, unos tiempos en los que el Doom Slayer, escudo en mano, no tiene que correr, sino aguardar pacientemente su momento de contraatacar y cargar contra el enemigo.
Esta vez, nos imbuimos en la piel de un Slayer elevado casi a la divinidad, con unas cualidades que, al principio, pueden chocar un poco. Y es que ese cambio de Eternal a The Dark Ages se nota bastante, aunque en el momento en el que todo hace ‘click’, escudo, armas y golpes cuerpo a cuerpo se convierten en un solo elemento.
Y es que la jugabilidad del nuevo Doom pone el foco en ese nuevo elemento del Slayer, un escudo con sierra que nos permitirá embestir, paralizar y dañar a los enemigos y, lo más importante de todo, hacer parrys a determinados ataques de nuestros enemigos para aturdirlos, una mecánica nueva introducida, precisamente, para fortalecer esa paciencia mencionada con anterioridad.
Pero que nadie se confunda. Es paciencia comparada con Eternal y el Doom original (el de 2016), lo que no quiere decir que no haya frenetismo en este nueva entrega.
El pasado en el que nos vemos envueltos también se dejará apreciar en las armas que manejará el Slayer, un pequeño cambio respecto a los dos anteriores títulos de iD Software. Pero cuidado también en este punto, porque hay algo que no cambia y esperemos que no cambie nunca: la escopeta de doble cañón, la superescopeta.
Si algo funciona, mejor no cambiarlo nunca. Y la escopeta de doble cañón, desde su introducción, nunca ha defraudado. Y en The Dark Ages tampoco es el caso. La superescopeta volverá a ser una de las mejores aliadas del Slayer y combinará a la mil maravillas con el escudo y con los nuevos movimientos y ejecuciones cuerpo a cuerpo, así como con el recién introducido mangual, que da todavía más capas al combate a melé.
Y si algo caracteriza a iD Software es el macarrismo. Con más de tres décadas a sus espaldas, la compañía no sólo reinventó el género en su momento, sino que siempre han apostado por un grado de locura que le ha dado un plus a sus juegos.
Y en The Dark Ages han decidido tirarse a la piscina y darle rienda suelta a todas esas locuras que nos podíamos imaginar ahondando en el lore de Doom Eternal.
Y suponemos que alguien en el estudio, en algún momento, se preguntó: ¿Y por qué no montar al Slayer en un dragón? Por lo que, en algunas fases, nos lanzaremos al ataque como si de un juego de naves se tratase. ¿Por qué no?
Y por si fuera poco. También tenemos los Atlan. Mechas, para entendernos mejor. Y nos hacemos la misma pregunta que con el dragón: ¿Por qué no?