La emigración a América ha dejado huella en las comarcas y es visible en el gran número de construcciones indianas que los lugareños levantaron en su tierra natal. Un ejemplo de muchos se encuentra en Fene, en donde la escuela de Limodre –Grupo Escolar Hijos de Limodre– está a punto de cumplir 100 años de vida.
La asociación vecinal de la parroquia, en colaboración con el Concello, ha diseñado un programa de actividades para conmemorar el aniversario. Entre ellas se encuentran la celebración de una serie de charlas, así como la grabación de un documental –en fase de edición, en estos momentos– que recoge los testimonios de antiguos alumnos del centro, que se creó en 1925.
Precisamente durante este rodaje surgió la idea –entre un grupo de mujeres que se formaron en la escuela entre los años 1960 y 1969– de organizar una cena y recrear una de las instantáneas que se realizaban en las escalinatas de acceso. “Para el rodaje hicieron toda la escenografía de cómo estaban las aulas. Cuando salimos de grabar las once personas que participamos de nuestra década, pensamos que sería buena idea juntarnos de nuevo, porque hacía mucho tiempo que no nos veíamos. Unas viven en Ferrol, otras en Miño, A Coruña, Pontedeume... incluso algunas más lejos como en Mallorca”, explica Aurelia López, vicepresidenta de la entidad vecinal.
“Hicimos un grupo de WhatsApp y reunimos a 38 personas, también de otros años”. La cantina ubicada ahora en el propio inmueble de la escuela –sede de la entidad vecinal en la actualidad– albergó este emotivo reencuentro. “Pensamos en hacerlo allí para recordar viejos tiempos”, añade Aurelia López.
Los vecinos y vecinas de la parroquia de Santa Eulalia que nacieron entre 1925 y 1977 pasaron por las aulas de esta escuela indiana, erigida en el siglo XX entre 1926 y 1927 por iniciativa de la Sociedad de Instrucción Hijos de Limodre –creada un año antes y de la que era presidente Juan Varela, emigrante en Cuba–.
Como en otros casos que se encuentran en Ferrolterra, la edificación destaca por su estructura sencilla y su fachada sobria, con pocos elementos ornamentales y una cubierta a cuatro aguas. Una placa de mármol recuerda todavía hoy el nombre del antiguo escolar.
El centro contaba con dos aulas situadas en su planta baja, separadas por un vestíbulo. En el primer piso se encontraban las dos viviendas de los maestros y, tal y como recoge el Consello da Cultura Galega, según una fuente oral en la zona posterior existía un terreno en donde los profesores podían cultivar un huerto y tener animales domésticos.
Ahora, el centenario de la Escola de Limobre sirve para recordar la importancia de aquellas personas que, en su momento, aportaron su grano de arena para mejorar la educación de miles niños y niñas de lascomarcas.