No había hinchables ni “speaker” y la única “potra salvaje” era la que bajaba del monte y no la que atronaba este domingo en los altavoces, pero aseguran “os vellos” que la esencia de la “Rapa das bestas” de A Capelada es la misma que recuerdan cuando eran jóvenes y los kilómetros no pesaban tanto.
Como cada primer domingo de junio, el suelo del curro volvió a temblar bajo los pies de cientos de personas que buscaban un hueco para meter la cabeza o el teléfono móvil, sobrecogidas por el vigor de los 234 caballos y yeguas, con sus 54 potros, que daban vueltas en el cercado, nerviosos, desorientados.
El día anterior, los “besteiros” se habían encargado del recuento, el registro de los ejemplares y su desparasitación, el principal objetivo de una práctica ancestral que conecta a estos hombres y mujeres de Cedeira con sus antepasados.
Ahora, afortunadamente, el marcaje a hierro ha dado paso a prácticas más respetuosas con el bienestar animal, pero la secuencia es exactamente la misma que hace 51 años, cuando empezó la “Rapa” en esta sierra de Ferrolterra, aunque bastantes ejemplares ya llegasen csn las crines cortadas.
Pasaban de las 11.00 horas cuando comenzó la bajada de las “bestas” azuzadas por los “besteiros”, vara en mano, muchos de ellos al galope de sus propios caballos. Se abría la cancela de un curro en el que conseguir un espacio libre era una misión casi imposible.
Se lamentaba Miguel Sóñara, secretario de la Asociación San Andrés de Teixido Eventos, organizadora de la cita, que la niebla de la jornada anterior les hiciese perder algunos de los ejemplares por el camino, “se non, chegariamos ás 300 bestas adultas”, precisa. Eso sí, reconocía, al finalizar la jornada, que “estamos contentos porque había moita xente, o dobre que o ano pasado”.
Él fue uno de los que se trató de tú a tú con los caballos dentro del cercado, separando en primer lugar a los potros para que no sufriesen ningún daño: “Moitos deles viñeron con trabadas de lobo. Medicámolos, pero non sabemos se sairán adiante. É unha morte segura”, vaticina. Con los animales clasificados, empezó esa especie de duelo entre los hombres y las bestias, cuyo trote levantaba una polvareda de la que nadie pudo escapar.
Seleccionar al ejemplar, conseguir agarrarlo, inmovilizarlo en el suelo y cortarle las crines. Esa es la dinámica, tan simple de enumerar como compleja de ejecutar. De fondo, Ovidio, de Puzzle Animación, recuerda las medidas de seguridad y traslada muchos datos sobre esta “rapa” cedeiresa.
Él es un “speaker” que se dedica a animar, sobre todo, eventos cabalares, y lo hace desde Mondoñedo, donde vive, moviéndose por toda Galicia. “Vimos o día antes a preparar todo porque ás veces non é doado chegar, non hai luz...”, relata, mientras reitera la necesidad de cuidar los montes, una tarea en la que estos caballos salvajes tienen mucho que hacer: “Son as mellores desbrozadoras do mundo”, sentencia.
Mientras, los niños y niñas, como “besteiriños”, hacían sus pinitos con los potros y se dividían entre los que ya tienen el “xeito” de los adultos y se atreven a colgarse del cuello del animal, y los que deciden que es mucho mejor pasar el rato acariciándolos, sobre todo al ver cómo llaman a sus madres, de las que les separa solo un vallado de madera.
El sonido del llanto, del relincho y de los cencerros se fusionaba con las voces de los “besteiros” y con los clics de las cámaras. Porque el ganado menguará, pero los fotógrafos crecen exponencialmente, llegando incluso a protagonizar fuertes discusiones entre ellos por entorpecer el trabajo de quien sí se gana la vida con la cámara.
Al olor del churrasco y el pulpo, en torno a las 13.00 horas, se dio por rematada la tarea y los caballos pudieron bajar la guardia, siendo este lunes cuando serán devueltos al monte, a su hábitat natural, avanza Sóñara.
Y volverá a cerrarse el mismo ciclo del que Mario, Manolo y Emiliano —tres veteranos amigos de Vilaboa, Valdoviño, que “non perden unha”— llevan décadas siendo testigos, lo que les lleva a ejercer de voces autorizadas en la sobremesa. “Agora non hai ferro quente, hai máis xente e non se come a carne de poltro, pero o resto é igual e dá gusto vir pasar o día”, celebran, deseando verse allí “de hoxe nun ano”. Que así sea.