Menos mal que el coste de la reparación del socavón que apareció el viernes en el aeropuerto de Vigo no corría a cargo del Ayuntamiento, porque después del despliegue lumínico navideño –ese que según Abel Caballero obliga a ponerse gafas de sol a los astronautas de la Estación Espacial Internacional– igual no quedaban ni unas monedillas del presupuesto municipal para hacerle frente. Y menos mal que han encontrado una empresa especializada dispuesta a ponerse a la faena en pleno parón festivo, que lo de la pista de Peinador no se arregla con un par de paletadas de cemento.