¿Dejar aparcar un automóvil en la calzada ―previo pago de su impuesto de circulación, su ITV y su ticket de la ORA correspondiente, cuando sea menester– o dejar aparcar ―en calzada y acera― la terraza acristalada, vallada, floreada, calefactada y etc. de un negocio privado del que se va a beneficiar un/a señor/a que ha comprado un local de 100 metros cuadrados ―pongamos por caso― y ahora, por arte de birlibirloque, se le ha multiplicado por sabe dios cuánto? Esas terrazas deben de ser muy rentables. De acuerdo que es mucho más agradable pasear por el medio de la calle con la seguridad de que no te va a atropellar un coche, pero también es agradable poder andar por las aceras sin tener que esquivar mesas y sillas, ni pedir perdón al cliente al que le has hecho tirarse la caña por encima. Y qué decir de lo agradable que es llegar de hacer la compra y poder descargar el coche ―ya no digo aparcar, dios me libre― delante de casa. No todo el mundo se puede permitir vivir en una casa nueva, con garaje. ¿Tampoco se va a poder permitir tener coche, aunque lo necesite para trabajar? Mal, muy mal.