El tiempo de la concienciación ha terminado. Es el momento de responder con multas a quienes creen que sembrar la ciudad de excrementos caninos es una práctica aceptable. Ni es cívica ni es salubre. Y si después de las campañas informativas, con regalos de bolsas para heces y botellas de agua incluidas, los hay que siguen sin verlo, bien merecidas estarán las sanciones.