La nueva ordenanza de movilidad municipal establece una multa de 500 euros para el pasajero que distraiga al conductor y se abre la puerta a que prácticamente cualquiera pueda acabar sancionado. Entre los que hablan a gritos, los que escuchan audios en el móvil a todo volumen y los que tratan de entretener –o al menos controlar– a sus niños, lo raro es que el chófer mantenga la concentración.