La verdad es que es un problema para muchas personas con capacidad tomar la decisión de dar el paso y meterse en el mundo de la política. Los que pasaron antes en las últimas cuatro décadas muchos han metido la mano en la caja del dinero público (algunos fueron condenados, otros no) y ahora están obligados por ley a declarar sus bienes y su patrimonio por la norma de transparencia. Algo que no gusta nada, aunque ya saben aquello de que los pillos siempre encuentran un camino para saltarse la norma, así que cuando los proponen los hay (son los menos), que ‘reparten’ entre los suyos de patrimonio. La conclusión es que nos quejamos del nivel de los que nos gobiernan, pero claro. Hay cosas que... en fin.