Pocos peros se le pueden poner esta vez al Racing, que resolvió con un ejercicio de autoridad el partido que lo enfrentó al Real Unión de Irun (0-3). Seguro en su funcionamiento defensivo y eficaz en el ofensivo, el equipo ferrolano retornó a la senda de la victoria ante el rival que marcaba la frontera la zona que clasifica para el playoff de ascenso a Segunda, de la que ahora se queda a solo un punto. El encuentro confirmó que el cuadro verde sigue dando pasos adelante en su mejoría, así que ahora espera cerrar el año con un nuevo triunfo que le haga mirar 2022 con unas expectativas más halagüeñas.
Ni cinco minutos tardó el Racing en reflejar en el marcador su mejor arranque de partido. A través de una ordenada presión a la salida del balón del Real Unión, lo que le dio el control del partido, el equipo ferrolano empezó a coleccionar llegadas a la portería contraria, una de las cuales encontró el premio del gol. Fue gracias a una acción por la izquierda en la que Pumar envió el balón al desmarque de Alayeto que, desde la línea de fondo, sirvió para que Joselu remachase al fondo de la portería local.
Este tanto le dio al Racing aún más tranquilidad de la que ya estaba exhibiendo. Por contra, a su rival le hizo caer en la precipitación como manera de acercarse a la portería visitante, cosa que solo consiguió a cuentagotas y generalmente a través de balones que resultaban fáciles de anular por la defensa racinguista. Por eso los minutos fueron discurriendo con la situación bajo control para la escuadra visitante, incluso más cuando una acción a balón parado a favor de la formación foránea terminó con un balón suelto dentro del área que David Rodríguez remachó a la red sin problemas.
Fue el tanto que dejó el partido muy decantado a favor del cuadro verde ante un Real Unión que intentó apretar en los minutos finales de la primera parte en busca del tanto que, al menos, le hiciese recuperar esperanzas de puntuar en el partido. Eso, sin embargo, no pasó, sino que el Racing se fue al descanso con la ventaja de dos goles que reflejaba lo superior que había sido.
Encaró el Real Unión la segunda parte con el objetivo de poner de su parte en el objetivo de darle la vuelta al marcador. La entrada de dos nuevos atacantes confirmó su apuesta por jugar más directo y más cerca de la portería racinguista. Sin embargo, el Racing no se echó atrás y eso hizo que el empuje local no llegase a traducirse más que en acciones a balón parado, en la que la seguridad del portero Gazzaniga se convirtió en un muro infranqueable para la escuadra local, mientras que la visitante estaba atenta a que un desjuste del cuadro guipuzcoano le permitiese construir una contra que le brindase la ocasión de sentenciar, aún más, el duelo.
Con el paso de los minutos, y a medida que fue refrescando su once en el terreno de juego, la situación del Racing fue siendo más desahogada cada vez, si es que alguna vez llegó a ser apretada. De hecho, a medida que se aproximaba el final del encuentro, el empuje de la escuadra local fue disminuyendo. Mientras, las llegadas del Racing eran cada vez más y más peligrosos hasta que el brasileño Nathan Palafoz exhibió su potencia para marcar el tercero visitante. Era la guinda que faltaba al pastel de la victoria racinguista.