Exacerbación turística

Los españoles, después de casi dos años de confinamiento nos hemos echado a las carreteras como si no hubiera mañana. No hay localidad costera ni hotel rural del interior que no haya colocado el cartel de completo algún día de este verano. Dado que la quinta ola de la pandemia nos ha convertido en un destino poco seguro para el resto de los europeos, ha sido el turismo nacional el que ha salvado la temporada. Pero septiembre está a la vuelta de la esquina y los hoteleros se preparan para un otoño gélido. La vuelta a los colegios y al trabajo por ende, vaciarán las playas y llenarán de atascos las grandes ciudades. Y encima se regresa con los bolsillos vacíos.


Por eso, lo ocurrido en julio y agosto puede no ser más que un fuego de artificio para un sector que necesita a ingleses, alemanes y franceses que alarguen la temporada. Los buenos datos de empleo, propiciados por el sector, van a dar un vuelco antes de octubre. Planificar el futuro es imprescindible para una industria que resulta absolutamente necesaria para el sostenimiento económico.


La ministra de Industria, Reyes Maroto, quien con tanto afán alentó a los europeos a volver, asegurándoles que ya no había peligro de contagio, debería reunirse tantas veces como sea necesario con los empresarios del sector y con los grandes tour operadores mundiales para diseñar un plan de recuperación.


Lo ocurrido este verano, con las playas saturadas, los servicios desbordados, los hoteles con la mitad del personal necesario solo se justifica por la estampida post pandemia. Pero este no puede ser el modelo de turismo sostenible que necesita nuestro país, ni los ciudadanos de las localidades con playa tienen porque sufrir estas avalanchas. Las masificaciones deterioran el medio ambiente, contaminan las costas y dan una imagen pésima de la oferta turística. Además, así, lo único que se va a conseguir (como ya está ocurriendo) es que Portugal nos gane de calle en una oferta de calidad con unas costas sin edificaciones hasta la arena y hoteles bien cuidados con una magnífica oferta gastronómica. Y encima más barato que España.


Ahora que el Covid está obligando a los gobiernos a replantearse las estructuras económicas para salir de la crisis, el Turismo es nuestra principal industria y merece un esfuerzo sostenido. Si no se planifica el futuro pasaremos a ser un destino de bajo coste, con ingresos que no compensan el deterioro que la masificación provoca en el medio ambiente. La catástrofe del Mar Menor es un buen ejemplo de los daños irreparables, entre otras cosas, del exceso de construcción a la orilla del mar.

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