novak Djokovic ha aprendido por las malas que las buenas intenciones no son suficientes cuando el enemigo es de tal magnitud que ha conseguido poner patas arriba a todo el planeta. Ese torneo en el que puso tanto corazón y ninguna medida sanitaria –lo del distanciamiento y el uso de mascarillas no era ni siquiera una vaga recomendación– ha acabado por ser un foco de contagio. Él mismo y su esposa están infectados y cada día salen nuevos nombres de afectados por la falta de criterio del tenista serbio. A estas alturas, ya debería saber que no hay que subestimar a un rival. FOTO: djokovic, con los voluntarios del torneo | aec