LA concejala de Bienestar Vegetal, María García, biotopo pata negra, tiene que ser, por condición de miembro de la Marea, nasía pa’ganá, activista de la yihad contra el eucalipto y por su cargo en el Ayuntamiento ocupar un puesto destacado. El leñador del cuento de Caperucita tuvo que ser siempre su personaje de ficción más odiado. Pero el alcolito es la única especie por la que siente aversión, porque al resto les dispensa un amor que ya quisiera Barbara Cartland para los protagonistas de cualquiera de sus obras. Con ver como tiene la ciudad, a monte, es fácil darse cuenta de esa pasión vegetal. Pero si aún así alguien tiene dudas, que se acerque hasta Labañou, allí los árboles crecen de manera descontrolada y sus ramas llegan a meterse por las ventanas de las casas cuando a un vecino se le ocurre abrirlas para ventilar su domicilio. La respuesta del Concello a la petición de que las poden ha sido que de eso nada, que los árboles son libres de crecer como les dé la gana... Solo faltó decir que en navidades les pongan unas bolas para decorar y así se ahorran la pasta que iban a gastar en abeto. FOTO: maría garcía, en una inhóspita zona carente de vegetales | aec