MARÍA García, biotopo pata negra, confirmó durante los cuatro años en los que la Marea, nasía pa’ganá, paralizó la ciudad y ella ocupó la Concejalía de Bienestar Vegetal que sufre un desarreglo del comportamiento que es justo la antítesis del síndrome de Diógenes. A ella no le gustaba acumular basura en su casa, sino que le encantaba que estuviese espallada pola Coruña adiante. Su despreocupación polo lixo era similar al que tenía por la flora. Le encantaba que la ciudad estuviese a monte y todo lo más matar las malas hierbas –hierbas espontáneas, decía ella– con vinagre, con lo que en cuanto un coruñés paseaba por una zona verde tenía la impresión de que se había caído en una ensaladera. El relevo en el Ayuntamiento ha traído consigo un cambio en los métodos para practicar el floricidio, que no incluyen el uso de ácido acético. El cheire a Bens volverá a ser, por lo tanto, el aroma que embriague a los coruñeses. Todo un clásico con tanto arraigo casi como la Función del Voto o el Teresa Herrera. Vamos, Coruñés de Toda la Vida. FOTO: maría garcía, durante una performance con una caja casi de mago | aec