Ya nos imaginamos que un tipo recio como Putin no necesita vacuna contra el coronavirus. Que se le ocurra al bicho acercarse, no sabe con quién se la juega. Pero en plena pandemia, con miles de muertos en su país, bien podía el presidente ruso hacer un teatrillo y pincharse aunque fuera un suero para animar a sus ciudadanos a vacunarse. Que más de la mitad no están por la labor de poner el brazo a disposición de la ciencia. Y más allá de esto, que el orgulloso Putin no quiera que le inyecten el compuesto ruso que con tanto bombo presentó como el primero del mundo es como mínimo sospechoso. FOTO: putin | aec