Los niños gallegos han vuelto al cole y han demostrado, una vez más, que las cosas se tuercen a medida que cumplimos años. No ha hecho falta recordarles que tienen que mantener la distancia o lavarse las manos seis veces durante la jornada escolar. No ha habido quejas por no poder llevar un balón al recreo o tener que limitarse a la parcela del patio que les corresponde. Los problemas, cómo no, los han dado los padres. Unos no fueron capaces de seguir normas tan sencillas como presentarse a la hora fijada para su curso y no coincidir con otras burbujas, otro –esperemos que solo uno– apareció sin mascarilla en el centro y con ganas de bronca y alguno más directamente se olvidó de que estamos en una pandemia. Luego vendrán los llantos. FOTO: un escolar ourensano, cumpliendo las normas | efe