nuestra estupidez no tiene límites, no nos cansamos de decirlo. El día en el que empezamos de verdad a ver la salida de la pandemia que nos ha tenido en vilo durante todo el año, llorando a nuestros muertos, cruzando los dedos para que el virus pase de largo, aprendiendo a socializar a distancia, ese día en lugar de quedarnos con la imagen de la primera vacuna puesta en España nos dedicamos a criticar que una mujer de 96 años dé gracias a Dios por recibirla. Araceli se santiguó antes de recibir el pinchazo, exactamente igual que habrían hecho las abuelas de miles de españoles, y respondió con una fórmula que hasta los menos creyentes han usado alguna vez. Y ni era un desprecio a la ciencia ni un ataque al Gobierno; era una mujer de 96 años siendo ella misma. Ridículos. FOTO: Araceli recibe la vacuna | efe