si algo le sobra a Carles Puigdemont es chulería. La tuvo cuando se pasó por el arco de su triunfo la legislación española y la sigue teniendo cuando pretende convertirse en eurodiputado saltándose el paso necesario de recoger su acta en España (lo que supondría su inmediata detención). Pero por si esto no fuera suficiente, la contestación que ha dado al Tribunal de Cuentas, que investiga el más que probable delito de malversación de 416 millones de euros cometido por su Gobierno, no deja lugar a dudas: “Pueden venir a tomarme declaración en Waterloo, en la sede de la Casa de la Repúlbica Catalana, en la Avenue de L’Advocat 20”. Está claro que lo suyo es una huida hacia adelante y que lo de la republica y la independencia no es más que una excusa soez para intentar maquillar las irregularidades cometidas durante su paso por la presidencia de la Generalitat. FOTO: Puigdemont y otros fugados en la sede de su república imaginaria| aec