UNo ve a Oriol Junqueras y piensa en Miguel Durán, el de la ONCE, quizá hasta sean hermanos. Uno escucha a Oriol Junqueras y piensa: “No, no son hermanos”; todo lo más parientes en cuarto o quinto grado –todas las familias tienen un miembro que no es muy espabilado y no hay por qué avergonzarse–. Él mismo no siente el más mínimo pudor en demostrar su particular percepción del mundo. Por su destierro en la cárcel VIP de Estremeras no puede hacerlo de viva voz, pero sí a través del periódico de la corte –corte republicana– “Nació Digital”: “¿Qué democracia hay cuando te pueden pegar en la calle si no gritas ‘¡Viva España!’”. ¡Qué habilidad para darle la vuelta a la tortilla, española, por su puesto. Aún va a resultar que el museo de Manolo Escobar es una cámara de torturas. FOTO: oriol junqueras sonríe feliz | aec