SI no fuera por el ridículo peinado, Carles Puidemont tendría bastante semejanza con Gary Cooper en “Solo ante el peligro”. Ahora mismo, el president no tiene ningún tipo de apoyo. De un lado tiene la presión del Gobierno. Del otro, la ANC, Ómnium Cultural, la CUP, ERC e incluso algunos sectores del PDeCAT, que le exigen que rompa de una vez con España. Para estos últimos, la hoja de ruta pasaría por declarar la república a las nueve de la mañana y contestar al requerimiento de Mariano Rajoy a las diez. Y, sin embargo, a estas alturas nadie tiene muy claro qué será lo que pasará dentro de unas horas, cuando concluya el plazo dado por el Ejecutivo. Parte del problema es que quienes le presionan no son conscientes de la soledad, no ya del president, sino de esa supuesta republica catalana, sin reconocimiento internacional, fuera de Europa y con las empresas huyendo despavoridas ante lo que significaría la declaración unilateral de indepencia. La hora del duelo se aproxima y, como sucedía en la película, ganarán los buenos. Y está claro que estos no son Puigdemont y los suyos. FOTO: Carles Puigdemont | aec