así, con un par de narices. “Sí, desobedecí. Era imposible obedecer una orden ilegal”. Esto es lo que dijo Torra en el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, donde fue juzgado por no atender el mandato de la Junta Electoral Central, obligándole a retirar la simbología independentista de la sede de la Generalitat. Genio y figura, que diría el otro. Hasta corrigió al fiscal cuando se refirió a él como “señor”, exigiéndole el tratamiento de “Molt honorable president”. Es decir, que Quim Torra pudo montar su numerito, con la ayuda imprescindible de su abogado y de las quinientas personas que organizaron una nueva performance a las puestas del juzgado. Y todo para que, de nuevo, quede muy claro que Torra y los suyos no están dispuestos a frenarse ante nada, ni tan siquiera ante la ley. Se sienten por encima de ella, se creen ungidos de algún misterioso derecho divino por el que las normas no les afectan y están dispuestos a llevar su irracionalidad y totalitarismo hasta el final. El problema es que es con estos fascistas con los que Pedro Sánchez aspira a gobernar. FOTO: Torra, junto a su mujer, acudiendo a declarar | efe