Las crisis, ya se sabe, sacan lo mejor y lo peor del ser humano. Lo mejor lo hemos visto en imágenes de voluntarios rescatando bebés del agua y abrazando a inmigrantes que tiemblan de frío y de miedo. Lo peor, para variar, está en el Congreso. Las reacción a lo que todos entienden que es un desafío por parte de Marruecos es, cómo no, la confrontación. Eso de ‘el Gobierno le queda grande’, ‘dimita’, ‘no tiene plan’ y demás lindezas que todos nos sabemos, porque son siempre la misma cantinela. Y llega un momento en el que parece que da exactamente igual cuál sea el motivo de la pelea política. Y que lo de el interés general y la lealtad institucional de la que les encanta hablar a unos y a otros es solo para que quede bonito en las noticias. Cada cual seguirá haciendo la guerra por su lado, incapaz de dejar el papel de enemigo, cada día más obtuso y creyendo, en su empecinamiento, que así se gana el favor de los votantes. Si es que no se cansan de darnos motivos para que los despreciemos.