Apuesta por los espacios armónicos (II)

A poco que nos iluminemos entre sí, reconoceremos que el que más y el que menos, requiere de auxilio o compañía. Los tiempos no son fáciles para nadie. A medida que la pandemia y la crisis del empleo evolucionan, más acuciante se vuelve la necesidad de protegernos entre sí. Para millones de gentes, la ausencia de ingresos equivale a la privación de alimentos, de seguridad y de futuro. No podemos continuar encerrados en nuestros deseos, esto nos dificulta hasta nuestra propia secuencia humana. Lo trascendente es reconstruirse cada jornada, acoger una nueva vida, discernir afinando el oído del corazón, también para superar nuestros conflictos interiores de forma noble, lejos del fanático griterío actual de odio que se suele desparramar por doquier.


Urge, por tanto, trabajar como mediadores en la restauración de los puntos conciliadores, abriendo las sendas de la escucha y no levantando muros. Seguro que nos vendrá bien, hacer memoria del camino recorrido para abrir horizontes y vislumbrar otros andares que permitan una convivencia amistosa que de consistencia a las relaciones humanas. En consecuencia, hemos de reflexionar más en conjunto, al menos para poder reparar, reutilizar y reciclar dominios que nos ahorcan en vez de liberarnos. Por desgracia, cada instante son más los atrapados por la esclavitud moderna, que nos deja sin espíritu; y, lo que es peor, sin identidad humanística. Deberíamos, por consiguiente, repensar con ánimo paciente y tranquilo que, ese afán coleccionista del peculio, es lo que realmente nos destruye y corrompe.


La efectiva armonía llega a través de nuevos aires, si acaso más puros, sustentados en construir unidad desde la sintonía con lo diverso.


Nadie tiene la exclusividad de nada. Lo sustancial radica, precisamente, en esta alianza de continentes, que ha de mundializarnos hacia un espacio más de vida compartida, por lo que estamos llamados a enfrentar nuestros propios problemas en cooperación y colaboración entre análogos. Al presente, hace falta sumar fuerzas coherentes para restar desigualdades y multiplicar los abrazos sinceros para achicar los abandonos entre las personas; pues, cada cual, es un caminante que debe aspirar a construir un peldaño viviente más, basado en la justicia y en la adhesión recíproca para proseguir con la continuidad del linaje. 

Apuesta por los espacios armónicos (II)

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