Esto de la financiación es complicado, sino que se lo pregunten a los de Grecia, aunque últimamente también habría que preguntarlo a los responsables de la Universidad de A Coruña, que andan a vueltas con el tema. No se trata solamente de un problema de liquidez, como suele decirse, es algo más grave y complicado. El dinero no llega para todas las necesidades presupuestarias y, además, lo que se obtiene no es suficiente para mantener en debidas condiciones a la empresa. En el caso de la universidad un organismo público de enseñanza, que aspira a cumplir su misión con la máxima calidad y excelencia; de igual manera que los dirigentes griegos desean proporcionar a sus ciudadanos seguridad y bienestar, e incluso si fuese posible igualdad, dentro de la libertad.
En ambos casos la cosa no pinta bien, por decirlo de una manera sencilla, es más pinta muy mal, sobre todo para la griega. La Universidad de A Coruña, la nuestra, con un campus en Ferrol, afronta su futuro dentro de un sistema universitario bastante consolidado, pero que tendrá que ser objeto de importantes reformas, si quiere seguir siendo viable. Y aquí volvemos al tema de la financiación, pues la viabilidad de cualquier sistema pasa por ella. Claro que existen dos puntos de vista al respecto, el del que financia y el del financiado, en el caso que nos ocupa la Xunta de Galicia, con el dinero de todos, y la propia universidad, respectivamente. Suele ocurrir que a quien proporciona los recursos le preocupe, sobre todo, que estos lleguen a buen fin y sean bien utilizados; mientras que al que recibe le preocupa más la cantidad que le toca en el reparto.
Es verdad, que esto ocurre sobre todo en la financiación pública, pues la privada está sujeta a unas reglas de juego algo distintas, aunque las dos hayan de ser lo más estrictas y rigurosas posibles. En el caso de la pública parece que el servicio que se presta gracias a ella, justifica la inversión incluso antes de los resultados; mientras que en la privada estos últimos han de estar asegurados. Se da la circunstancia de que las universidades públicas, aunque dependen en mayor medida del dinero de las comunidades o del Estado, también han de tener medios gracias a su autofinanciación.
Por eso, cuando un organismo universitario de carácter público pasa dificultades, es necesario preguntarse cuál es el problema, si el sistema de financiación o la mala gestión. Estamos en tiempos difíciles, por eso, esto último, una buena gestión, resulta fundamental. Los responsables de la Universidad de A Coruña, incluido su Consejo Social, además de reclamar con toda legitimidad un sistema de financiación adecuado, deberían revisar su propia responsabilidad en la administración y obtención de recursos.