UNA FRONTERA INVISIBLE

Algunos opinan –cuando se refieren a los medios– que los debates políticos no existen en realidad, que lo único que presentan los medios (radio, televisión, etc.) son falsos debates. Todos ellos dentro de un formato “preparado” en el cual se utiliza un análisis sesgado de los acontecimientos.    
Si nos retrotraemos en el tiempo, digamos treinta o cuarenta años atrás, nos daríamos cuenta que en aquella época los medios eran más independientes. Al menos mantenían un mínimo de ética a la hora de tratar los conflictos. Hoy nos encontramos con un gravísimo problema: el uso siniestro de la información. Las noticias que no conviene difundir se ocultan, con lo cual ya se está desinformando. Y las que sí conviene difundir, que además son seleccionadas ex profeso, se repiten durante varios días. Por otro lado, no se contrasta la información, simplemente es copiada de las grandes agencias de noticias internacionales.
Lo que ocurre con los medios de información occidentales, especialmente europeos, es alarmante. Su “proyecto” de desinformación masiva hace tiempo que cruzó la línea roja. Y lo peor no es que mientan, que lo es también, sino el ocultamiento premeditado y alevoso de la verdad. Dada la manipulación descarnada existente en la información, si los ciudadanos quieren tener una información equilibrada, necesitan escudriñar en distintos medios internacionales. Sobre todo utilizando las posibilidades que brinda internet. Y aún así, hay que tener las ideas claras para poder descubrir dónde termina la información y donde empieza la propaganda. Es como una frontera invisible.
En el mundo en que vivimos es prácticamente imposible esquivar la manipulación. De una manera u otra, en mayor o menor grado, todos somos manipulados. Pero se trata de que nos manipulen lo menos posible. No existe un blindaje completo contra esas “armas”. En la búsqueda de la verdad informativa es importante conocer los intereses que están involucrados en los hechos. Si somos capaces de identificarlos, entonces es cuando empezaremos a descubrir la manipulación en toda su dimensión.
Los grandes medios, tanto escritos como visuales, pertenecen a grandes emporios empresariales y financieros, los cuales tienen equipos de lobistas bien remunerados que se dedican a comprar políticos para que defiendan sus intereses. No hay que olvidar que detrás de la entelequia de la globalización se esconden los grupos de poder; que por otro lado –contra la opinión de algunos “expertos”– no crean riqueza para las naciones, sino que aumentan su propia riqueza utilizando la especulación como “inversión”.   
Aunque el derecho a recibir una información veraz está consagrado en todas las constituciones democráticas (en la española en el artículo 20, 1d) casi nunca es respetado. En realidad, hay varios derechos consagrados que no se respetan, como son el derecho a la vivienda y a un trabajo digno. Sin embargo, hay desahucios todos los días y millones de personas están viviendo de la caridad pública por no tener trabajo ni manera de conseguirlo. Por lo tanto, algunos de esos derechos constitucionales no se aplican. Están ahí, sólo para recordarnos las bondades de la democracia. Son como letra muerta. Y otro tanto sucede con el derecho a recibir información veraz.
Es obvio que la información influye en la toma de decisiones. Y sí está manipulada se tomarán las decisiones equivocadas, sobre todo aquellas  de carácter político. Es evidente que si los pueblos están decentemente informados habrá menos posibilidades para que sean mangoneados. En el mundo de hoy, al existir tantos medios de información disponibles, los riesgos a ser desinformados son muy elevados; la manipulación y el engaño se han vuelto más sutiles. Incluso cierta información se filtra “at infinitum” antes de ser difundida.
A los poderes no les interesa que los pueblos estén bien informados. Ellos tratan siempre de ocultar la verdad.
La desinformación es una de las herramientas más importantes para alcanzar sus objetivos. Una ciudadanía desinformada es mucho más fácil de manipular, pues se convierte en una masa dócil y obediente.

 

UNA FRONTERA INVISIBLE

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