Esos simpáticos espontáneos

La espontaneidad es lo que tiene. Uno pasea por Madrid un miércoles por la mañana y siente el impulso de plantarse frente a la Audiencia Nacional con su mejor espíritu de líder de las animadoras. Ra, ra, ra, Cospedal y nadie más. Porque sí. Porque es una víctima más del malvado Bárcenas, porque su gestión es impecable, porque es un mal trago declarar ante un juez. Y qué hay más bonito que dar aliento a una absoluta desconocida bajo el sol de la capital.
No busquen intenciones ocultas en esta manifestación de solidaridad. Los alegres muchachos se declaran libres de sospecha de filiación política alguna. La coincidencia en la improvisada concentración es totalmente casual. Igual que haber llegado de Toledo o superar por poco los veinte años. No crean a los que dicen que en el grupo está el secretario general toledano de Nuevas Generaciones de incógnito entre sus compañeros. Un militante orgulloso no tendría reparo en reconocer su pertenencia a la organización. Y una muestra de humanidad tal como el apoyo al débil es sin duda motivo de honra.
Qué sanos y simpáticos estos chicos. Hasta comparten sentido del humor. De casualidad, por supuesto. Todos se ríen de los afectados por la estafa de las preferentes que protestan en la acera de enfrente. Les hace gracia el medio centenar de personas con la rabia dibujada en la cara. El abuelo que no se contiene y se les acerca vara en mano, exigiendo respeto. Lo divertida que resulta la desesperación ajena. En directo mucho mejor que por la televisión. Aunque reconocen el riesgo; menos mal que hay policía para mantener el orden. De unos antisistema se puede esperar cualquier cosa. Ya lo sospecharon cuando vislumbraron una bandera republicana entre las pancartas. Les consuela saber que ellos son el futuro.
Aparece un megáfono. Casual, como el resto de lo sucedido esa mañana en su lado de la calle. Corean con fuerza el apellido de la dirigente del PP, a la que aplauden y vitorean cuando sale por fin de edificio. Procuran que sus voces se oigan más que los abucheos de enfrente. Mofarse vale pero criticar está feo. Ellos siempre defenderán el honor de un inocente. Lo proclaman rotundos; satisfechos de sus valores. Cuando todo acaba se van a tomar algo juntos. Se han hecho amigos, dicen. Espontáneos que son unos. Y simpáticos.

Esos simpáticos espontáneos

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