SI hay a estas alturas alguien sobre la faz de la tierra que se tiene que sentir como un auténtico estúpido ese es David Cameron. El primer ministro británico ha presentado su renuncia después de que los ingleses hayan dicho “no” a continuar en la Unión Europea. Y, en el fondo, toda la culpa de esta revolución que se vive en el viejo continente la tiene él, única y exclusivamente. Fue Cameron quien, ante la debilidad que sufría entre el sector más conservador de su partido, se sacó de la manga el referéndum que ahora ha perdido. Lo hizo por evitar una salida prematura del 10 de Downing Street y, al final tendrá que abandonar la residencia oficial antes de lo previsto. Pero su incapacidad e idiotez ha dejado a su país y a Europa mucho más debilitados. Y lo que es más grave, las consecuencias de su maldita ocurrencia todavía son imprevisibles. De entrada, Escocia e Irlanda hablan de independizarse y el maremoto económico no ha hecho más que empezar...