Durante un tiempo el grito lanzado desde las calles a Moncloa, el Parlamento, y otros órganos del cuerpo político que nos acosa, era el de “resistiremos”. Se trataba de resistir a los recortes, la corrupción, las cacicadas… a tanta y tanta podredumbre que dejó pobre y cabreada a la ciudadanía.
Ahora la pregunta que se hace el pueblo es si pueden resistir quienes nos mandan, ante noticias como “la justicia cerca al PP por financiación ilegal” y se cita, junto a los casos ya conocidos como las obras de la sede de Génova o el caso Gürtel, las obras de la sede del Partido Popular en Palma de Palma, en Castilla-La Mancha, las llamadas operaciones “Púnica”, “los cursos de la A a la Z” con protagonismo gallego, donde se incluye la causa abierta en relación con la caja B en Ourense, que salpica ya a veintiocho dirigentes del partido de la gaviota…
¿Resistirán tanta mierda? Puede, preguntan los grandes medios de comunicación de Alemania, el Reino Unido, Estados Unidos etcétera, mantenerse un gobierno respaldado por un partido que cuenta por cientos a sus mandos más conocidos enfangados en la podredumbre de la corrupción?
¿Y cómo es posible un gobierno con un ministro de Hacienda que usa de forma torticera, bordeando la ley según técnicos del ministerio, datos que son secretos?
¡El mismo ministro que no se entera, cuando va a los mítines, de que esos actos fueron pagados de una forma ilícita, con dinero procedente de donativos opacos, comisiones ilegales!
Aquí tenemos al presidente en huida hacia el extranjero (¿puente de plata o la distancia es el olvido?), mientras deja que dos docenas de alcaldes imputados por corrupción concurran a las elecciones de mayo.
Cierto que nos deja aquí a uno de sus amigos más leales –conocido como el conseguidor en los juzgados y los periódicos– y que trabaja con todas las bendiciones de Feijóo (en declaración de Crespo “dos”, pues el “uno” es otro, el encargado años atrás de traer sobres para pagar elecciones) y nos deja, además, otra noticia donde, otra vez, nos cuenta su amistad con el traficante Marcial Dorado, el blanqueador en Suiza
Así que la pregunta es pertinente: si los ciudadanos llevamos resistiendo largos años y aquí estamos –más pobres, más cabreados, más hartos– es lícito que nos preguntemos si ellos, con lo que está cayendo, cercados, rodeados, vencidos en las encuestas, podrán resistir hasta San Martiño, para cuando anuncian elecciones. ¿Lo pillan?