No sé si el año nuevo traerá nuevo gobierno. Me quedaría contento simplemente con que se llevara a esta pandilla de adolescentes hormonados, sin más experiencia profesional que la de haber sido colocados en puestos de asesores que jamás pisaron, pero por los que cobraron religiosamente, o en listas electorales, camuflados entre la mediocridad, que es su zona de confort habitual, y cuya única posibilidad de supervivencia profesional se basa en que compremos un producto que, es obvio, no estamos dispuestos a comprar. Naturalmente no se les ocurre que el problema pueden ser ellos, y que hasta que no den un paso lateral y dejen el camino a otros líderes, seguiremos de victoria en victoria hasta la derrota final de lo que, mentes más generosas y con mayor nivel político, intentaron construir como una casa común a la que la historia denominó España. Una España que no va a romperse, por la simple razón de que lleva años rota. Y no por causa de catalanes o vascos, sino de gobiernos débiles sin perfil político ni visión estratégica de conjunto. Gobiernos que pactaron con los que ahora descalifican, sin el menor atisbo de vergüenza ni el más mínimo conocimiento de la historia. Una España donde las inversiones y los presupuestos iban para el Mediterráneo, apuesta del franquismo de la que nadie quiere abdicar ahora, mientras las mentiras, la despoblación y la senda granate (por el color del pasaporte) quedaban para el Atlantico: Castilla, Extremadura y por supuesto Galicia.
Hoy nos desayunamos con un alvia bloqueado en un túnel de Valdeorras, que nos trae recuerdos escalofriantes del mayor accidente de tren en España con más de 500 muertos ocultados por el franquismo, en la misma zona, el 3 de enero de 1944. Ayer, de un artículo de la presidenta del Adif se concluía, en medio de un lenguaje florido y versallesco, el enésimo retraso sobre las fechas ya retrasadas. Y es que explicatio non petita, acusatio manifiesta. Y también hoy sabemos que una autopista se libera de peaje mientras otra sube y se convierte en la más cara de España. La gratuita es en el mediterráneo, claro. La más cara en Galicia por supuesto. ¿Tenían alguna duda? Y no esperen que nada vaya a cambiar, sencillamente porque no tenemos fuerza para hacer que cambie. Porque los diputados gallegos son de obediencia debida a sus jefes en Madrid. Y ni los del PSOE van a negarle el voto a Sánchez, so pena de excomunión política, y en algunos casos profesional, ni los del PP se lo van a ofrecer si invierte en Galicia, so pena de las mismas consecuencias. Y el único díscolo, del BNG no se puede decir que tenga mucha fuerza en su soledad parlamentaria. Si tuviéramos un Partido Galleguista, como los vascos o los canarios, otro gallo nos cantaría. Da pena y, por qué no decirlo, rabia, ver al líder de los socialistas gallegos, atacando a Feijóo como única propuesta electoral, cuando vienen sus jefes de Madrid, para ocultar su clamoroso y vergonzoso silencio sobre las reclamaciones de Galicia o sobre las mentiras que nos cuentan sus jefes. AVE, salida sur de Vigo, Corredor del Atlántico, variantes de Peares-Canabal y Rubián, en la línea Ourense-Lugo, Ferrol-Coruña o Coruña-Lugo. Eso solo en lo ferroviario. Si quieren hablamos de lo rodoviario: transferencia de la AP9, autopista Santiago-Lugo, A76/A72 O Barco, Monforte-Ourense. O el mítico túnel de Sardoma para remodelar la salida de Vigo por una vía con menor siniestralidad. Vayan haciéndose a la idea de que al año nuevo nos traerá más mentiras, más retrasos y más desprecios, lo que nos merecemos, porque en el fondo seguimos siendo pobres galleguiños tontos. Lo dicho… ¡¡¡Feliz 2020!!!