Luz en la pobreza

Mi admiración por Cáritas quedó clara en muchas ocasiones y hoy quiero reafirmarme en ello.

Cáritas es el día a día de la esencia del Evangelio; es donde los cristianos encontramos sentido práctico al mensaje de Jesús, y no soy el único que la respeta; la admiración por ella es tal que en muchos foros la llaman la “Joya de la Corona” de la Iglesia, aunque a mí me parece fuera de lugar. Cáritas no es una joya ni una ONG, salvo que la Iglesia lo sea.

El reconocimiento del trabajo que hacen los voluntarios y voluntarios retribuidos está alcanzando cotas muy altas y ya no hay Obispo, que los había, que mire para otro lado cuando le hablan de ella; ni los “no creyentes” ponen en duda su valía.

Pero, por otro lado, tanto premio y alabanza no son más que la confirmación del fracaso de las maneras políticas que nos han traído hasta donde estamos hoy. Ahí están asustándonos los datos de la EPA y corrupción.

La insensibilidad de los políticos y la corrupción es tanta que ya sale a borbotones, como el agua en el campo en estos días de lluvia.

Pero lo triste no es la corrupción en sí misma, que lo es (siempre la habrá, es condición humana); lo duro es que el fondo de lo que sale a la luz, indica que robar dinero público y abusar del puesto, es práctica común.

Sorprende el descaro del corrupto ¿Se acuerdan de “por el pueblo y para el pueblo”?, pues ahora es “contra el pueblo y sin el pueblo”. Y ante este panorama, ¿qué dice la Iglesia española, además de subirse al carro de Cáritas? Mientras Munilla da ejemplo y sorprende gratamente con sus declaraciones; Rouco calla, quizás no le dejen hablar los Kikos. Sr. Rouco hay muchas maneras de corrupciones y formas de engañar y una de ellas es callar quien tiene la obligación moral y pastoral de hablar.

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Luz en la pobreza

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