LA VENTANA DE LOS SUEÑOS

Un año más Collado nos regala una exposición por Navidad, no podía ser de otra manera si nos paramos a pensar que a sus 87 años todavía lleva dentro la fascinación del niño que fue, o quizás, del niño que es.
La novela póstuma del argentino Fogwil, “La ventana de los sueños”, nos podía servir perfectamente como título para esta exposición que el maestro tituló “Desde mi ventana”. Porque mirar desde la ventana o a través de la ventana es un modo de soñar, abrimos la ventana para que la distancia no nos invada con su tristeza.
Así es como González Collado desde aquel Madrid de los años setenta y ochenta hizo de la ausencia una presencia y se rebeló contra el olvido a través de los recuerdos de la infancia y conjuró el olvido a través de los paisajes de su infancia, a través de una ventana o si prefieren a través de su alma, porque las ventanas abren el alma hacia horizontes insospechados. Por eso decía que esta exposición tiene como tema la ventana de los sueños.
Es verdad que muy a menudo encontramos ventanas en la pintura. Desde Friedrich y los románticos, pasando por los cubistas y surrealistas, hasta Paul Klee, la ventana nos entrega a la fascinación de conocer lo desconocido, son los ojos de la casa y una atracción hacia lo que no está permitido.
Pero en este caso el que mira por la ventana está dentro de la casa y pinta lo que ve, está dentro de un sueño y pinta lo soñado, de memoria pinta el mar, la boca de la ría, el grisáceo horizonte de las grúas, las garitas desde donde se ven llegar los barcos, de memoria pinta Collado sus recuerdos lindando con el mar por medio, con el deseo del regreso.
En realidad, si lo pensamos bien todos los cuadros son ventanas que invitan a la gran fiesta de la memoria pero también son una invitación a ir más allá porque ante la ventana tenemos la sensación de que estamos donde no estamos, de que estamos donde no tenemos que estar.
El Ferrol que mira por las ventanas de Collado está mecido por las habaneras del océano y está ilustrado por la geometría de la razón, es una mirada plácida que tiene el color velado de los sueños, pero sobre todo es un sueño sostenido sobre una mesa camilla. Sin la mesa camilla no se podría dar la ensoñación del mar, la ventana y la mesa camilla son espejos donde mirarnos, donde Ferrol se mira, son lugares desde donde iniciamos nuestro diálogo con el espejo del mar, un diálogo que podía comenzar así:
Aquella tarde de invierno
contra  el viento y la marea,
se hizo la calma un instante
y entre rocas de memoria
desgastadas por el tiempo
no pude por más que abrir,
una ventana hacia el mar.
El mar y yo frente a frente
empezamos a soñar.
Y el resultado de este diálogo entre la memoria de Collado y el mar es, sin duda, esta exposición.

 

LA VENTANA DE LOS SUEÑOS

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