Nos dijeron que Mariano Rajoy llegaba tarde a su cita con el Rey en Marivent porque... sufría un ataque de lumbago. Y las fuentes oficiales especificaban aún más: le dio de pronto, al concluir su trote cotidiano por la ruta da pedra e auga, en su provincia pontevedresa. Me gustó saber que Rajoy es, al fin y al cabo, mortal; estaba a punto de dudarlo. Y que, ya que no tiene, como los aurigas vencedores en Roma, quien vaya recordándoselo, haya tenido que ser el doloroso acceso quien le baje de las nubes y de la columna: “recuerda, Mariano, que eres mortal”.
Más de una vez me he pasmado de la buena forma física de Rajoy, que tampoco, contra lo que hacía Aznar con sus famosas flexiones, o Pedro Sánchez en sus posados veraniegos, presume mucho de ella. He conocido los difíciles vericuetos de la ruta que él frecuenta, e incluso me encontré, prendido en una rama, un mensaje que un niño le dirigía: “Sálvanos”, decía el papel de bloc que aún conservo y que, obviamente, no llegó a manos del presidente, que me consta que sí ha recogido otros papeles similares en su ascenso montaraz. Un ascenso que, mis piernas pueden atestiguarlo, es difícil y cansino. Por eso sé de la buena forma de Rajoy.
Otra cosa es que, a los sesentaytantos, nos dediquemos a galopar colegialmente por los pedriscos, agotando, como hacía el predecesor de Rajoy en el PP, con sus carreras por tierra y nieve, incluso a los escoltas. El entrenamiento físico no puede llegar a nublar, por cansancio, nuestro cerebro, y a Rajoy le necesitamos, en este cuarto de hora de prueba para la patria, como dirían los antiguos parlamentarios castelarinos, vivo y coleando, no doliente, para explicarle al jefe del Estado si tiene o no un ‘plan B’ para el referéndum independentista ilegal en Cataluña.
En todo caso, estoy seguro de que, lumbálgico o no, lo que Rajoy habló con Felipe VI tuvo mucha más enjundia que lo que luego nos transmitieron. O eso espero, al menos. Porque uno, en su ingenuidad incurable, sigue confiando en un as en la manga presidencial, que no es, por la información que contiene, una manga cualquiera.
Solo le queda a uno, que ha padecido la crueldad de estos dolores, desearle al presidente una pronta mejoría, y que, hombre de Dios, dosifique estos esfuerzos, que le necesitamos para otras cosas.