Tenían razón los mayas

¿Recuerdan? El calendario maya aseguraba que, tal día como hoy, hace dos años se acababa el mundo. Estaba previsto para doce días después del día doce, del mes doce del año doce. Y como no eran muy duchos con las cuentas, quedó en cuento y el 28 de diciembre se rinde culto a la inocencia.
Muchos hicieron unas gracias sobre el asunto y otros, ante la posibilidad de que fuera cierto, se lanzaron al desenfreno inventando las preferentes, las subordinadas, el estraperlo, etc.
Hoy ya sabemos que los mayas tenían razón. Dos años y poco más con Mariano dirigiendo la banda (me refiero al Consejo de Ministros) y se acabó el mundo que conocíamos. Aquel que tenía como decorado el llamado estado de bienestar, un sentido de solidaridad. Pues entonces los cuatro jinetes del Apocalipsis se convirtieron en doce y la plaga de la langosta –en franca huida la langosta, el centollo y el rape– se convirtió en miseria que se encontraba entre los desperdicios de los cubos de basura.
Les decía que para muchos el anuncio del fin del mundo fue un aquelarre y conviene añadir que para otros fue una especie de “fuera gorros. Si esto se acaba que me pille bien lleno”. En ese grupo estaban los gestores corruptos de las finanzas, la gran familia de los políticos, que “rebañaron” las arcas públicas, y faltos de fe en las profecías quisieron asegurarse un presente por si el futuro aguantaba unas docenas más de años.
Y así, ahora, dos años después, verificado el fin de una época, nos enfrentamos a lo que resta por venir: el gobierno local anuncia la puesta en marcha de un nuevo impuesto de circulación para peatones, mientras que las autoridades nacionales ya avisan de que cualquier individuo que circule con gesto cabreado será identificado, multado y víctima propicia del camión botijo.
Entre las nuevas que prepara el Gobierno de Madrid destaca el certificado de buena conducta, con la firma del párroco, para conseguir tabaco o un empleo y la reformada ley de interrupción del embarazo, que deja nacer al niño con malformaciones y lo condena a la muerte, después, recortando ayudas y subvenciones a la Ley de la Dependencia, se publicará bajo el nombre de “Ley Herodes”.
Esto es todo. Nos veremos en la cuesta de enero. Feliz año.

Tenían razón los mayas

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