Caja B, plan B

Tener un “plan B” es señal de prudencia. Pero tener una “caja B”, debe ser la releche. Pueden preguntar en el PP. Antes de que inventaran la caja B, el mundo era un cachondeo. Podías ir a la caja registradora y decir: 10 y 10, 20; me llevo dos. Y metías 18. Pero eso era sólo una sisa. Por eso ya no se lleva.
Ahora prima la caja B, que es como un sagrario donde, como su propio nombre indica, se guarda lo más sagrado: la pasta.
Esa que no pasa por la caja registradora y, para que no relumbre al clarividente ojo solar de Hacienda, y el resto del mundo: se pinta de negro.
No sé quien inventó la primera caja B; pero el tío fue una pólvora merecedor de un premio Nobel. Para el manejo de una caja B, hace falta un “Maestro de las llaves”; quizá un Bárcenas cualquiera, que además de manejar la caja B, tenga siempre a mano un plan B. Frente al “caso Bárcenas”, el del PP es salvar la economía. Pero, la de ¿quién?

 

Caja B, plan B

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