MENTAR a Jorge Verstrynge es como remontarse a la noche de los tiempos. Su estrella brillaba antes de que Fraga levantase su casa de Madrid y decidiese venir a Galicia. Por entonces era el delfín de don Manuel y con el paso del tiempo fue evolucionando. No es que se transformase en un cetáceo de gran tamaño, tipo cachalote; su metamorfosis fue intelectual, pues pasó de ser la mano derecha, muy derecha, de Fraga a caminar de la mano izquierda, muy izquierda, de Pablo, antes Pablo Manuel, “Viva la Gente” Iglesias, con una parada para coger folgos en el PSOE. Cada cierto tiempo reaparece y lo hace como las divisiones Panzer, arrasando todo lo que encuentra a su paso. En esta ocasión le ha tocado a los críticos del arte morado y ha confesado que “con toda franqueza” el cartel de la reaparición de Iglesias le parece muy bueno. Pues qué mal gusto.