Por encima de nuestras posibilidades

Tristes acontecimientos acaban de mostrarnos la penosa realidad de familias que viven de la caridad o que incluso malviven recogiendo alimentos en los contenedores de basura de viviendas o negocios, empujados por una miseria que muchos ya solo recordábamos en las viejas historias de posguerra vividas y narradas por nuestros mayores. Aquella vieja España de alpargata y pandereta, de podredumbre tuberculosa y poliomielítica, de ropa de saco, pies descalzos y leche y margarina americanas parecía definitivamente superada por el estado social consensuado en nuestra Constitución bajo la inspiración de la justicia social anhelada por la democraciacristiana y la socialdemocracia. Las dos ideologías que hacen de la libertad e igualdad de oportunidades los ejes centrales de sus idearios.
Quién nos iba a decir que solo unos años más tarde ese gran logro de todos sería denostado y vilipendiado por unos pocos hasta poner en peligro la paz social. Por eso el PP, después de empujar a miles de compatriotas a la desesperación, aprueba ahora una nueva Ley de Seguridad Ciudadadana con el único objetivo de intentar reprimir la indignación y el descontento. ¿Cómo es posible que en el PP se permitan decir que las clases medias y trabajadoras vivimos por encima de nuestras posibilidades mientras Crespos, Bigotes y Blesas depredaban lo público y Bárcenas regalaba en Génova sobresueldos millonarios? ¿Desde cuándo, después de pagar toda una vida, se puede afirmar que tener una pensión digna es vivir por encima de nuestras posibilidades, ignorando que Bancos y Cajas quebrados fueron salvados con el dinero que recortaron a nuestras pensiones, a las becas de nuestros hijos y a los medicamentos de nuestros padres? Porque quitarles a unos para dárselo a otros no es ahorrar. Porque dejar de gastar en educación, sanidad y pensiones para gastar en Bancos y Cajas no es austeridad. Porque salvar a los banqueros y no a los trabajadores no es justo. Si seguimos permitiendo que el PP continúe laminado la igualdad de oportunidades bajo la excusa de esos falsos ahorros y austeridades estaremos renunciando a la mejor herencia para nuestros hijos. A esa misma herencia que, sin embargo, nuestros padres sí nos dejaron. Porque fueron unos valientes y no unos cobardes.

 

Por encima de nuestras posibilidades

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