CORSARIOS Y PIRATAS

No es lo mismo una cosa que la otra. Un corsario trabaja para un rey o un gobierno; un pirata para él y su tripulación.
En Caja Madrid y luego en Bankia eran las dos cosas; y en las tarjetas negras faltaba como logotipo la calavera y las tibias cruzadas.
Pero el caso es que la tripulación pirata de Caja Madrid-Bankia, sin excepción, y a golpe de mandobles de sus sables de abordaje, sablearon a todo bicho viviente a quien pudieron putearle su dinero con las preferentes y dejaron la cubierta de su navío chorreando sangre. La de otros, claro.
Menos mal que la Justicia, siempre justa, ecuánime y certera, se cargó la carrera judicial del juez Elpidio Silva, único defensor que los abordados tenían, y el pobre  pirata Barba Blesa salió impune de sus arteras calumnias falaces, mientras repartía el botín entre sus piratas, corsarios, y otra gente de mal vivir, en el castillo de proa, descojonándose de risa.

 

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