sta sección lleva por título el indicado por dos motivos. Por un lado, porque “a fondo perdido” fue una frase acuñada en plena reconversión industrial para definir las ayudas públicas de las que no se esperaba retorno por parte del Estado y que permitían, o trataban de permitir, porque en ello se da la paradoja, el inicio de una nueva actividad industrial. La reconversión, en definitiva, fue lo que fue. Sin duda, un fracaso, sin más adjetivos que el de la constancia de la inexperiencia de un Gobierno, el de Felipe González, bisoño y con ideas, pero con dificultades para llevarlas a la práctica, cuando no imposibles de realizar o asumir.
El segundo significado es más prosaico, aunque esté directamente relacionado con lo anterior. Alude al sentimiento de pérdida como un hecho irremediable que podría traducirse también por aquello otro de que tanto da lo que se diga, se haga o se intente, porque al final caerá en saco roto. “El concepto es el concepto”, que diría Manquiña, que es como indicar que toda interpretación es válida, aunque sea para explicar lo inconcebible.
Algo así pasa en estos tiempos por Ferrol. Ya no se espera nada. O mejor dicho, ya no cabe albergar esperanza de que cuanto se dijo, se prometió o se “intencionó” sea en algún momento una realidad. No es cuestión de reprochar al precario gobierno local que habiendo prometido la remunicipalización de servicios públicos no lo haga, porque quien en ello creyó pecaba más de ingenuo que de demagogo. En especial porque nada de lo que lleva hecho tanto tiempo puede modificarse en cuestión de días, meses, o tan siquiera en esos cuatro años que separan unas elecciones de otras.
Pero también porque tan noble como legítima aspiración, si de da el caso, demanda un equipaje del que se carece y que nada tiene que ver con las ideologías o las pretensiones. La realidad es bien distinta, como sabe quien constata que una cosa es estar en el poder y otra bien distinta en la oposición. Un papel por cierto, este último, en el que más réditos hubiese sacado el actual gobierno municipal de cara al futuro que los que está obteniendo bajo el paraguas de la inacción. Sin ir más lejos, ahí está la cuestión presupuestaria, que si algún día llega a cobrar mínimos visos de realidad será porque la Virgen de Chamorro bajó del monte y se puso a echar números.