El abierto enfrentamiento que varios sectores libran en Podemos no es sólo para elegir quién liderará a este partido, sino para decidir si se le da plenos poderes o se le controla, si la calle es más o menos importante que el parlamento, si se mantiene o se cambia otra vez el programa económico, si se autorizan o prohiben las corrientes organizadas, que tipo de relación hay que tener con los socialistas, y cuales serán las competencias de sus círculos de afiliados.
Las posturas que defienden Iglesias, Errejón y Urbán, son tan contrapuestas que parece muy difícil que pueda haber una síntesis.
En cualquier caso, vuelve a confirmase que es más fácil unirse contra un enemigo común y organizar protestas, que unificarse en torno a un proyecto de construcción social basado en propuestas, y es que la representación del Pueblo no se obtiene movilizando manifestantes, sino movilizando votantes.