Contenidos peligrosos

Encontrar páginas web que hablen a favor de la anorexia o la bulimia o que tengan un discurso antivacunas es muy sencillo. No es necesario ser un experto hacker e introducirse por los vericuetos de la web profunda para encontrar estos contenidos. Basta con utilizar el buscador de Google o de Youtube y en menos de cinco minutos habremos dado con todos ellos.

Las webs Pro-ana (a favor de la anorexia) y Por-mia (a favor de la bulimia) empezaron hace años en Estados Unidos y Reino Unido, pero hoy son una realidad tanto en nuestro país como en otros de lengua hispana. Con un lenguaje muy cercano son capaces de dar consejos y trucos para adelgazar de forma extrema, engañando y ocultando los síntomas más evidentes que pueden dar la voz de alarma. También están llenas de citas “motivacionales” que no hacen más que agravar los trastornos alimentarios al tiempo que hacen más difícil y complicada la evolución de estas pacientes. Son tan fáciles de encontrar que cualquier adolescente con un teléfono móvil es capaz de dar con ellas sin esfuerzo.

No se quedan atrás los abanderados en contra de las vacunas. Un reciente estudio realizado por el Consejo Audiovisual Catalán en colaboración con el Colegio de Médicos de Barcelona ha descubierto que hasta el 40% de los contenidos que aparecen en YouTube cuando se hace una búsqueda expresando dudas sobre las vacunas son claramente antivacunas. De poco sirve que los especialistas hayan desmontado una y mil veces los argumentos en contra, estos vuelven a repetirse, empleando muchas veces falsas figuras de autoridad que se venden a si mismos como médicos.

El problema en uno y otro caso es que nos encontramos ante contenidos que no son ilegales. Amparándose en la libertad de expresión, muchas de estas webs y creadores de contenidos vierten sus ideas aprovechando la viralidad y difusión que ofrecen las redes sociales. Usan lenguajes mucho más cercanos y exageran sus argumentos de una forma que instauran el miedo y la duda en quienes tienen acceso a estos contenidos. 

Mientras no hay un cambio en las leyes que permita perseguir todo esto de una forma mucho más contundente, nos encontraremos una y otra vez con el mismo problema. La libertad de expresión es un derecho fundamental, pero no debería servir para transmitir mensajes que pueden ocasionar graves problemas en la salud de las personas.

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