Muy mala suerte tienen los trabajadores de empresas electrointensivas como Alcoa o Ferroatlántica. El altísimo coste de la electricidad provoca que su producción sea cada vez menos competitiva y, por lo tanto, que sobre estas empresas penda siempre el riesgo de un cierre y, por lo tanto, del despido de las plantillas. Tras diversas negociaciones con el Gobierno de Sánchez, el Ejecutivo se había comprometido a aprobar un decreto que favoreciera la venta de energía a estas empresas a un precio más bajo, lo que garantizaría el mantenimiento de los puestos de trabajo. Sin embargo, tras el anuncio de convocatoria de elecciones, de nuevo se cierne sobre ellos un panorama nada alentador, ya que esa tabla de salvación lo mismo no llega nunca.