A estas alturas de la partida hay que hacerse la pregunta del millón: ¿Están todos equivocados menos los socialistas? ¿Qué es eso de publicitar que solo ellos son la solución? ¿Hace falta recordar los resultados electorales?
Tienen, como sabemos, un plan A: la suma de la izquierda y los nacionalistas. ¿Problema? Que es necesario un gobierno con políticas de izquierdas en sanidad, educación, medio ambiente, etc. Una reforma laboral, una ley que regule los desahucios; la profundización en el sistema autonómico y la recuperación de muchas libertades hoy amenazadas.
A lo peor esto es lo que separa al PSOE de la unión de los progresistas que cuenta, por cierto, con el apoyo de los sindicatos, movimientos sociales y un nutrido grupo de intelectuales. Hay otra verdad incontestable: con ciento y poco de escaños no se puede gobernar una legislatura.
Y otra: ustedes con los números conseguidos en las elecciones, menos del treinta por ciento, no pueden presumir de que cuentan con el pueblo
Plan B: siguiendo su teoría y volviendo del revés su discurso (ese que le pide a Ciudadanos, al PP, a Podemos, etc., que se abstengan) la bancada del PSOE vota en blanco y se pone de perfil, el trío de la derecha sumará lo suficiente para poder ocupar ellos el poder.
Ya se lo han dicho a Pedro Sánchez y a sus escuderos; absténganse ustedes o, como ya hicieron otra vez, pónganse a partir un piñón con la tropa de Albert Rivera. Hay otra evidencia: los pactos de izquierda en varias autonomías. ¿Es bueno y necesario en unos sitios y malo en otros?
Seamos serios: con la experiencia de las últimas actuaciones, gestos, declaraciones, etc., del Partido Socialista pueden los trabajadores en paro, los temporales, los de larga duración y escasas ilusiones, los jóvenes sin futuro, los ancianos al borde de la miseria, los niños en situación de pobreza, confiar en ustedes?
Son más de cinco millones de españoles, según las cifras hechas públicas por las oficinas de empleo, las listas de Cáritas y de otras organizaciones no gubernamentales. Y nos hablaban de una nueva plaga: los desaprovechados o infrautilizados de los que la sociedad podría obtener mejores rendimientos.
Todo este paisanaje espera políticas activas que se distribuyan de manera más justa la riqueza, que se ocupen acabar con las desigualdades tanto entre los ciudadanos como en los territorios. Tengamos fe (que es creer lo que no vimos) y esperemos a ese programa anunciado para el próximo martes.