Año crucial para Europa

Con desigual fortuna se ha solventado el primer round del crucial año que para la Unión Europea se avecina. En Alemania, con el corazón no tan roto como las predicciones auguraban, los afiliados del Partido Socialdemócrata han dado en consulta vinculante su “sí” a la gran coalición con la CDU de Ángela Merkel y su socia histórica, la socialcristiana CSU bávara. La veterana canciller ha obtenido un cuarto mandato y termina con ello el bloqueo político que desde seis meses atrás padecía la primera economía del continente. Europa respira, se ha dicho de inmediato.
En Italia, al contrario, los presagios –malos- se han cumplido plenamente. Se temía que un Parlamento fragmentado desembocara en un país ingobernable. Y así ha resultado tras las elecciones de la semana pasada.
Allí los electores se despertaron al cierre de las urnas siendo el único país de Europa donde los partidos antisistema suman mayoría absoluta; sin una mayoría que pudiera allanar el camino hacia la gobernabilidad, y con un rompecabezas de tres bloques políticos muy antagónicos. Italia, como se sabe, es la tercera economía de Europa. Y el eslabón débil de la cadena.
Pero, como digo, esto no ha hecho más que empezar. Desde el punto de vista macroeconómico la situación parece mejorar. Lo recordaba hace unos días el que fue exministro aquí y después presidente de la eurocámara Josep Borrell: llevamos dos años (2017 y 2018) con crecimientos de la zona euro superiores al 2 por ciento, lo que no ocurría desde 2006-2007; es decir, desde hace una década y con España tirando fuerte de ese carro.
Datos coyunturales –añadía- que no quieren decir que se hayan resuelto los problemas cada vez más existenciales del proyecto europeo. De entrada, en 2019 la UE contará con un Estado menos, porque se supone que el Reino Unido se habrá ido, aunque está más que oscuro el cómo. Un nuevo Gobierno alemán deberá decidir si se suma al impulso reformista del presidente francés Macron. Y sobre la mesa estarán la mejor gobernanza del euro y el remate de la unión bancaria.
Todo un reto institucional de alto alcance. Pero es que, además, prácticamente dentro de un año estaremos en campaña de las elecciones europeas, que en esta ocasión tendrían especial relevancia si se llegaran a aceptar las propuestas del actual presidente de la Comisión, Jean-Claude Junker: juntar en una sola persona este cargo y el de presidente del Consejo Europeo; que las urnas determinen de forma automática quién sería ella, y que se pudiese votar a los europarlamentarios en listas transnacionales.
Son propuestas de hondo calado político, que darían mucho más poder, legitimidad y apoyo popular a las instituciones comunitarias y menos a los Gobiernos. Y ahí está el quid de la cuestión: que éstos se oponen porque ven en ello un zarpazo a sus competencias.

Año crucial para Europa

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