CUANDO Ana Pontón, el rostro humano del Beneguai, ascendió a la jefatura superior, los augures exbloqueiros, todos ellos implicados en el estoupido de Amio, reaccionaron al unísono. Como si se tratara de un coro de voces blancas que cantase al ritmo que interpretaba al piano el ya octogenario Beiras, todos ellos pronosticaron que Pontón no solo sería la primera voceira, sino también la última del BNG, pues el frente desaparecería bajo su mando. ¡Qué poco tino! Mal que bien ella va reconstruyendo la casa común de los nacionalistas de la nazón de Breogán. Por ahora no son más que minúsculas soluciones habitacionales, pero está en el buen camino. En cambio, tanto los profetas como el resto de sus compañeros de En Marea, originariamente un espacio multicultural hispano-galaico y ahora sabe Dios qué, se han quedado a la intemperie. Tanto se han preocupado por el carguiño y por el quítate tú para ponerme yo –realmente esa ha sido su única inquietud– que han protagonizado su Amio 2.0. Pero lo más divertido será lo que venga ahora, cuando en vez de cuchilladas entre un bando y otro, sean los ganadores los que se apuñalen entre ellos porque no hay carguiños para todos. Como ya dijo alguien ayer: Por favor, tirad de la cadena al acabar. FOTO: bruzos, en el centro, aplaude en los tiempos en los que aún podía hacerlo | aec