Faltaban El Pulga y El Linterna, el dúo Sacapuntas –reliquias del pasado–, pero ¡cómo estaba la plaza!, la de Colón, un señor que nunca se ha sabido si era genovés, portugués, gallego, incluso catalán. La Delegación del Gobierno dividió por diez el número de asistentes, como toda la vida de Dios han hecho las delegaciones del Gobierno en las manifestaciones contra sus jefes, pero aun así había moreas y moreas de gente. Pedro “La sonrisa” Sánchez se fue a Santander, hasta donde, por mucho que berrasen los concentrados, no llegaría el sonido de sus gritos. Allí contó su película y se hizo la víctima –quien anda con un cojo acaba cojeando y quien se arrima a los nacionalistas acaba victimizándose–, pero por lo visto ayer ya no cuela ese mensaje entre gran parte de los españoles. Y lo más divertido de todo es que los congregados en Madrid pedían elecciones ya, que es precisamente lo que prometió el secretario general del PSOE durante el debate de la moción de censura que tumbó a Rajoy. Las promesas se hacen para cumplirlas, incluso cuando uno es un resistente.