LAS primarias de los socialistas gallegos, que se ha llevado Xoaquín Fernández Leiceaga, son el reflejo de la situación por la que atraviesa la formación en España y en Galicia. De un lado están los que buscan distanciarse de eso que se ha dado en llamar emergentes (entiéndase como mareas, Podemos y comuneros). Del otro, quienes creen que al partido no les queda más remedio que buscar alianzas con los más radicales para seguir ocupando puestos de privilegio en las instituciones. Esa era la postura de Leiceaga, la que se impuso a la de Méndez Romeu, partidario de marcar distancias con mareantes. Del mismo modo, también se ha mostrado la ruptura que existe entre los socialistas de ciudad y los del rural. Los primeros se fueron con Méndez, los segundos con el ganador. La cuestión es que el socialismo gallego tiene ahora ante sí el reto de conseguir cerrar esta brecha interna si no quiere acabar con la sangría de votos que sufre.